Uno de los conceptos más revolucionarios y valorados del método Montessori es el de la “mente absorbente”. A través de la observación, la doctora Montessori detectó que los niños tienen una extraordinaria habilidad para captar y asimilar información.
Además, son capaces de incorporar todas las experiencias de su entorno e integrarlas en su propia existencia
En su libro El método de la pedagogía científica, la doctora Montessori lo explicaba de la siguiente manera:
“En los primeros años de su vida es cuando el niño prepara, gracias a su mente absorbente, todas las características del individuo, aunque sea inconsciente de ello. Además a esta edad se aporta la ayuda educativa gracias al medio. Esta es, pues, la edad en la que el ser humano trabaja sin fatiga y asimila el conocimiento como un alimento vivificante”.
La mente absorbente se define, pues, como un estado mental, que permite al niño absorber como una esponja experiencias. Es un proceso que se da naturalmente, sin que medie la voluntad.
En sus estudios, Montessori sitúa la mente absorbente en la franja de edad que abarca desde el nacimiento hasta los seis años. Sin embargo, hay variaciones durante este período.
Así, durante los tres primeros años de vida el proceso es completamente inconsciente. El niño siente la necesidad de aprehender la información circundante, valiéndose de la observación, la participación y la exploración.
Poco a poco el pequeño comienza a tener control de este impulso, y se va convirtiendo en un acto consciente. Progresivamente, el niño es cada vez más capaz de dirigir su atención hacia intereses específicos.
Es entonces cuando se verifica la segunda fase de la mente absorbente, convertida ya en una acción consciente orientada a satisfacer una curiosidad.
Montessori afirma que es en estos primeros años cuando se sientan los cimientos para el desarrollo de la identidad.
Con base en sus observaciones, considera que el niño no solo se está definiendo a sí mismo, sino que también construye su identidad social. Esto debido a que el ordenamiento y clasificación del conocimiento se realiza en función de las experiencias que ha encontrado en su entorno.
Un buen ejemplo de ello es la adquisición del idioma. Sin necesidad de ningún tipo de enseñanza formal, el niño adquiere la lengua dominante en su medio. De la misma manera, aprende costumbres, normas y prácticas sociales de quienes le rodean. Estos son sus primeros referentes y le permiten generar un sentido de pertenencia y, por ende, de seguridad.
Fundamentos científicos de la mente absorbente del niño
La doctora Montessori observó que en este periodo los niños experimentaban cambios mentales muy acelerados e importantes.
Por ello aseguraba que era indispensable aprovechar esta etapa para el aprendizaje y el desarrollo espontáneos. Dado que el niño podía lograr un gran progreso sin realizar mayor esfuerzo, consideraba que era un momento crucial del desarrollo.
Sus teorías han sido puestas a prueba en más de una ocasión. Numerosos estudios psicológicos confirman que la mente del niño pequeño es mucho más receptiva a las nuevas experiencias. Integrar esa información a sus estructuras mentales es mucho más natural para ellos, que para un adulto o un niño mayor.
Desde el campo de la neurociencia también se han interesado en la mente absorbente. En este sentido, se han encontrado fundamentos empíricos que sustentan esta teoría. Se ha comprobado que las conexiones y redes neuronales del cerebro humano alcanzan su máximo desarrollo en los primeros 3 años de vida.
Aunque la sinaptogénesis es un proceso que acompaña todo el ciclo vital, tiene su mayor pico de actividad en este periodo.
Con el paso del tiempo y a medida que el individuo se desarrolla, se priorizan unas conexiones neuronales sobre otras. La consolidación o desaparición de las sinapsis está íntimamente relacionado con las influencias ambientales.
Es decir, en función de lo que el entorno ofrece y la oportunidad que el individuo haya tenido de conocer y experimentar, determinadas conexiones se fortalecerán o serán descartadas.
Esto va en línea con la preocupación de Maria Montessori por ofrecer a los niños estímulos durante la infancia. De acuerdo a su nivel de desarrollo, el pequeño convertirá estas experiencias en percepciones organizadas, que le permitirán entender su entorno y continuar satisfactoriamente con su proceso de maduración psíquica.
Cómo evoluciona la mente absorbente para Maria Montessori
La doctora Montessori no solo identificó la mente absorbente, sino que también detectó las diferencias en el objeto de interés. Es decir, observó que en el transcurso de estos años hay una variación en los intereses del niño, que determinan su mayor o menor atención hacia determinados estímulos.
Según sus necesidades, los niños eligen en qué experiencias o aspectos concentrarán su atención. Gracias a esta selección espontánea, pueden adquirir conocimientos sin realizar ningún esfuerzo.
Denominó períodos sensibles a esta propensión natural hacia determinados intereses. Observó que se trataba de momentos transitorios y sucesivos, que variaban según la etapa del desarrollo.
Para facilitar su entendimiento por parte del adulto a cargo, Montessori los clasificó por edades, aclarando que pueden superponerse o coincidir el tiempo.
Asimismo, advierte que la duración e intensidad de cada periodo puede variar, según el niño.
Los periodos sensibles descritos por Montessori son:
Periodo sensible del orden: abarca desde el nacimiento hasta los 6 años, aunque es más pronunciado durante los primeros dos años de vida. El niño siente la necesidad de clasificar lo que le rodea, para establecer cierto orden y poder asimilar las experiencias.
Período sensible del lenguaje: desde el primer momento el niños explora sus habilidades comunicativas. Los balbuceos iniciales son una suerte de práctica vocal que más adelante le permitirá modular las palabras y dominar el lenguaje.
Período sensible de los objetos pequeños: El desarrollo de la motricidad fina comienza a partir del primer año de vida. Hasta los 6 o 7 años continuará afianzándose y se perfeccionará.
Período sensible de la naturaleza: Se da desde el nacimiento hasta lo 8 o 9 años. Dentro de este período sensible podemos encontrar que hay períodos de especial dedicación y atracción hacia los diferentes elementos (viento-fuego-agua-tierra)
Si el docente conoce y presta atención a los periodos sensibles, será mucho más fácil ayudar al niño en su proceso de aprendizaje.
La introducción de experiencias adaptadas a su nivel de desarrollo facilitarán la adquisición de destrezas y habilidades.
Cuando un periodo sensible termina antes de lograr el aprendizaje correspondiente, resulta mucho más difícil su adquisición posterior. Por ello los métodos pedagógicos deberían enfocarse en el desarrollo de habilidades intelectuales, adaptadas a cada periodo sensible.
Incluso, la doctora Montessori elaboró una teoría para explicar las rabietas infantiles como consecuencia de la omisión o desconocimiento de estas etapas.
Un niño que no logra responder a las experiencias que le interesan, porque no ha sido convenientemente estimulado, puede presentar una frustración intelectual que se expresaría en estos berrinches aparentemente injustificados.
El método Montessori se considera una pedagogía de la atención y la concentración. Esto en virtud de su interés por ofrecer a los niños los estímulos correspondientes con su etapa de desarrollo. Al responder a los intereses del niño se acelera el despertar de su curiosidad y, por ende, el proceso de aprendizaje.